Centrífuga y contextual, la arquitectura paraguaya rescata la madera y la tierra, con un predominio de lo exterior y conciencia de los elementos, según la visión de Silvio Feliciángeli.
ARQUITECTURA
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Alemania Cell inauguró su primera tienda exclusiva de productos Apple. De la mano de la arquitecta que diseñó el espacio, Liliana Hadad, conocemos los detalles que despiertan emociones en sus 1800 metros cuadrados.
¿Cómo te llega esta propuesta?
Esta obra es una consecuencia de muchas obras anteriores. Todo empezó hace siete años, con la primera propuesta de trabajo: convertir a Alemania Cell en un concepto de tienda. El desafío fue tratar de que, a través del diseño y la arquitectura, la gente (sobre todo los adultos mayores) se sienta menos intimidada por la tecnología, que por lo general está asociada a algo frío.
Con este espacio se buscó expandir la expresión de una casa al concepto de tienda, es decir unir ambas cosas, lo cálido y tecnológico. Para ello, incorporé materiales nuestros y mucho verde, para tropicalizar el concepto, pero sin que el diseño deje de ser vanguardista.
El desafío fue demostrar que la arquitectura puede lograr cosas diferentes. Que vos, como cliente, no notes ese cruce del afuera hacia el adentro, sino que sea amigable; que no te expulse, sino que te incorpore al concepto. Alemania Cell busca que la gente vaya a sus tiendas, más allá del producto, por la experiencia.
En Espacio Apple, ¿qué elementos aportan calidez?
El concepto de cada tienda es crear una escenografía, para que el cliente se sienta parte de ella. La idea es que desde el vamos (en este caso, desde el afuera, ya que el espacio plantea una apertura hacia la calle), aportar urbanísticamente; incorporar calle, tienda y plaza, porque esa es la secuencia que aparece.
Vos venís de una calle con mucha circulación, mucho caos y polución visual, y de repente entrás y te encontrás con un espacio de calma, paz y disfrute, que hace que te sientas bienvenido. Luego, al ingresar, tenés la experiencia de la plaza, que tiene recursos de urbanismo, porque ya no solo representa un aporte para la tienda, sino también para la ciudad.
Además, está presente el área de trabajo de la empresa, donde los colaboradores interactúan con el cliente como parte de esa escenografía.
¿Cómo se da ese diálogo?
Están incorporados en el sentido de balconear, visualizar e interactuar. La parte ejecutiva más alta está en planta baja y los empleados se encuentran en el entrepiso, entonces, todo el tiempo existe esa integración con el área de atención de la tienda. Es amigable porque no hay límites duros.
Esa conversación sin trabas también está respaldada por el vidriado.
Sí, en la fachada e internamente. Luego, en la medida que vas recorriendo, descubrís cosas. Hay una secuencia de espacios abiertos, cerrados, áreas con música, otras de quietud, incluso de oscuridad, pero no desde un punto de vista negativo, sino de profundidad. Hay naturaleza, arte, tecnología, reminiscencias clásicas y hasta recuerdos del local antes de ser intervenido. O sea, hay todo un ritmo, que, para mí, es casi matemático.
Se puede decir, entonces, que este conjunto es de contrastes.
Sí, pero de contrastes suavizados, porque no hay transiciones puestas de golpe. Todo está pulido, equilibrado.
Tiene un relato.
Por supuesto, tiene un relato, absolutamente.
Hay un lenguaje artístico en el espacio, ¿en qué elementos se traduce?
Todo lo que hay es arte contemporáneo paraguayo. Esculturas y cuadros conviven con el diseño y la tecnología, no solo en la parte comercial, sino también en las áreas de trabajo. Todo esto está puesto para que el cliente sienta que hubo mucho más para ofrecerle que solo la venta del producto.
También está alineado al concepto de Apple. La marca busca el diseño, pulir las cosas, que vos no sientas que hay algo drástico, sino que todo es amigable, sobre todo en lo que respecta a la naturaleza. Acá está tropicalizado, porque tiene que ver con lo nuestro, hay maderas en bruto, por ejemplo.
Esta tropicalización, ¿sobresale por encima del concepto de la marca?
No, porque incluso la paleta de colores apunta al equilibrio. Está todo matemáticamente ordenado para lograr ese equilibrio. Además, el lujo más importante de la tienda es su espacio. Porque hay áreas que no necesariamente tienen un fin comercial, sino que están diseñadas para que el cliente entre y se sienta a gusto, en altura y superficie.
No se trata de llenar la tienda de productos para venderse, el fin del diseño también es el disfrute visual.
¿De qué otras formas la experiencia activa todos los sentidos?
Con el olfato también. Alemania Cell está desarrollando su propio aroma para que, al ingresar, identifiques a esta y todas sus tiendas.
¿Qué desafíos o aprendizajes te dejó el desarrollo de esta tienda?
Creo que el desafío fue lograr que el cliente esté abierto a buscar algo diferente, a romper estructuras, a innovar. Un trabajo siempre me lleva al desarrollo de otras ideas. Es lo que siempre planteo: potenciar o triplicar el valor de un espacio.
¿Sentís que Espacio Apple marca un hito?
Creo que es la consecuencia natural de lo que se venía haciendo. Cada tienda de Alemania Cell ofrece una experiencia única. Esta en particular ofrecerá actividades más allá de la venta de tecnología. A través de la activación de su plaza, la marca quiere generar un espacio comunitario. Para mí, es un acto de muchísima generosidad por parte de la empresa. La ciudad no tiene espacios públicos amigables, por lo tanto es importante generarlos desde la inversión privada.
Ahí es donde coincido, porque esa siempre fue mi búsqueda como diseñadora, dar algo más, una experiencia que cambie vidas, que cambie el entorno, y no solamente un trabajo de arquitectura. Es buscar qué podés aportar humanamente, además de lo profesional.
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